sábado, 3 de agosto de 2013

El Alcorcón inseguro: golpe y robo en la calle Mayor

Sábado 3 de agosto. 7 de la mañana.  A estas horas, el paseante suele disfrutar de la paz del camino en el que solo se cruza con señores mayores que salen a caminar, jóvenes haciendo footing, dueños de perros.

Pero hoy es un día diferente. Nada más salir de casa, el paseante percibe algo extraño. Es un día sucio, revuelto, insomne. Se le acerca un hombre moreno, de más de treinta años, con muchas entradas, con una camiseta negra y un pendiente en la oreja izquierda. Le pregunta al paseante por la comisaría.

El hombre refiere tartamudeando que le han robado el móvil y la cartera. Dice que eran veinte "atinos". Y que a ver qué iba a hacer él si eran veinte.

–"Atinos" de esos, ¿sabes?

El paseante le pregunta si no ha dormido (porque presenta signos evidentes de haber pasado la noche no precisamente reposando). El hombre le contesta que no. Y que qué va a hacer ahora, porque le han quitado la tarjeta (que iba, claro, con el número secreto en la misma cartera, dice). El hombre hace como que se pone a llorar... Y le pide al paseante algo para un café.

Presagio de lo que estaba por venir.

El paseante decide subir por la calle de Los Cantos. Nada más llegar a la calle Mayor, la imagen es lamentable. Montones de basura desperdigados alrededor de los contenedores. Más basura por el resto del pavimento. El paseante no va a poner ninguna foto, porque ya hay otros que se encargan y, desgraciadamente, es el espectáculo cotidiano de la mayoría de las calles de Alcorcón.

Fuera de un portal, cuatro jóvenes borrachos hablan a voces. Son las 7 de la mañana. La mayoría de la gente ha podido conciliar el sueño cuando el calor ha cedido. Los que trabajan descansan de agotadores días de calor. Pero eso de pensar en los demás parece que se ha quedado muy antiguo.

Un poco más adelante, dos hombres y una mujer ya entraditos en años, visiblemente afectados por el alcohol, hablan (farfullan) de fútbol. Más chicos sentados enfrente del quiosco delatan con su alegría que la fiesta ha sido larga y todavía no se han acostado.

Rebasado el quiosco de la calle Mayor, el paseante se cruza con dos jóvenes. Uno de ellos (de aspecto latino, pelo corto, fornido y cerca de 1,80 de estatura) le da un golpe en el pecho con la mano abierta. El paseante se gira hacia él para encontrar alguna respuesta a ese acto y ve cómo el joven le sonríe y levanta su pulgar con el puño cerrado como si fuera un guiño de colega.

Unos segundos después, los dos jóvenes echan a correr en dirección al paseante y detrás, un señor les persigue y grita.

–¡Policía! ¡Policía!

Los gritos son inútiles porque en todo su recorrido el paseante no ha visto a ningún policía.

Los jóvenes tuercen a la derecha, por la empinada cuesta de la calle Jabonería, donde el hombre, que corre desclazo porque ha perdido las chanclas por el camino, deja de perseguirlos.

El paseante se acerca y le acompaña. Le han quitado una cadena de oro que llevaba el cuello. El hombre había salido tranquilamente con su camiseta, su pantalón corto y sus chanclas; no preparado para competir con velocistas.

El paseante se le acerca, porque sabe el desamparo y la impotencia que siente uno en un caso así. Le comenta que los ha visto y que, si quiere, van a la comisaría a poner una denuncia, porque, si los tienen fichados, quizá los pueda reconocer. El señor, sereno pero algo aturdido, recupera sus chanclas a unos cien metros, da las gracias al paseante pero decide volver sobre sus pasos hacia donde escaparon los ladrones.

El paseante ahora entiende que el golpe que le propinaron fue exploratorio: para comprobar qué llevaba en el bolsillo de la camisa. Pero hoy el paseante tuvo un presentimiento que le hizo sentir que debía salir ligero a la calle: sin cámara, sin cartera. Solo el carné de la biblioteca y un par de monedas.

Alcorcón, "Gran Ciudad"

En muchas entradas de este blog se refleja la belleza de Alcorcón. Pero desde hace meses, el gobierno municipal ha llenado la ciudad de carteles donde se nos quiere vender a Alcorcón como una "Gran Ciudad". Ciudad "verde", "limpia", "segura"...

En todo su camino de hoy, el paseante no ha divisado a ningún policía. Ni de proximidad ni de lejanía. Policía de propaganda, sí, la de los carteles.

Cualquiera que vive aquí (y que no se pasa el día en su coche oficial o en sus despachos o en su residencia de élite) sabe que Alcorcón no es una ciudad limpia. Por varias razones, pero sobre todo, porque una parte considerable de sus habitantes no tiene conciencia cívica.

Desgraciadamente, el paseante ha comprobado que Alcorcón no es un ciudad segura como pretende vender la propaganda oficial (ni volcada en la ecología, educación y la cultura, pero eso, mejor para otro momento). Al hijo del paseante le robaron el móvil hace un par de días. Al amigo de su hijo se lo robaron atacándole por la espalda. Al señor de la calle Mayor le han arrancado hoy su cadena de oro cuando salía tranquilamente a pasear por su ciudad, cosa que ni él ni el paseante podrán volver a hacer con la misma despreocupación que hacían hasta hoy.

***

Horas después de escrita esta entrada, el paseante ha acudido a la comisaría. Y ha podido escuchar en un ratito cómo a otro joven le habían robado el móvil y cómo a una señora le han robado su cadena en la Av. José Aranda. Que ponga más banderas el alcalde y... todo solucionado.