Hoy el paisaje disfrutado por el paseante es un paisaje humano. Lleno de colorido a pesar del invierno. Encendido por horas de ilusión dedicadas a preparativos que no se ven. La cita, compartir la calle hoy soñando con abandonar la rutina. Por ejemplo, con globos como estos. A punto de salir volando ante nuestra mirada.
La fiesta del pueblo, que muchos poderosos querrían prohibir (y prohibieron), abre sitio al ingenio y a la sátira de la actualidad.
Cientos de niños y jóvenes (y jóvenes de espíritu) desafían al frío. Ya llegará la Cuaresma, con su cortejo de severas procesiones. Pero hoy triunfa la vida, el color, el arte de esa máscara que firma, a la izquierda de la foto, la belleza por la que la vida ha valido la pena aunque solo sea por esta victoria de la alegría sobre los dogmas y la gris rutina.