Amanece el domingo. Fiestas de la Virgen de los Remedios. Entre nubes aborregadas, la suave mañana invita al paseante a descubrir la ciudad tras la noche... agitada.
El recinto ferial está tomado por camiones de limpieza y sus trabajadores. En las inmediaciones, una alfombra de basura en cada zona.
En el paisaje desierto irrumpen un chico y una chica. "Que yo doy conferencias, eh", dice ella. "Como me ves moco, te vas a creer que...". Joven conferenciante borracha.
Un hombre revuelve entre la basura. Avanza el paseante y ya no es uno. En el Parque de la República, son varios (alguno con mochila, otros con bolsas) los que hurgan entre las botellas y barras de pan (enteras) allí abandonadas.
La celebración arrastra sus "daños colaterales": la suciedad como hábito nacional, el ruido como si no existieran los demás y la "diversión" con seres inocentes como este, que el paseante encuentra en su camino. C/ Pablo Neruda, al lado del monumento a Clara Campoamor.
No hace falta ser un Holmes para imaginarse la historia de este joven árbol. El vaso roto abandonado, la tapa destrozada sugieren quién y en qué estado ha podido jugar a destruirlo.
A muy pocos metros, el monumento a Clara Campoamor recuerda las palabras, con grafiti añadido, de la impulsora del voto femenino en España: "La única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad es caminar dentro de ella". Quizá la joven borracha las cite en su próxima conferencia.
Una conocida aristócrata repite que se acabó la fiesta. No es
cierto. La fiesta sigue. Pero para unos pocos. Los de siempre siguen en
sus lujos. Mientras los trabajadores de limpieza se afanan ante
una tarea ingente, un grupo de jóvenes (con un caro y potentísimo equipo de
música que resuena en media ciudad) bebe y charla entre los pinos de la
calle de los Institutos a las ocho de la mañana. Unos trabajan entre la mierda de los señoritos (los que saben que los criados ya arreglarán lo que ellos estropeen) y otros... apuran la fiesta.
Todas las mañanas, saco mi perro a pasear por las inmediaciones del recinto ferial., y todos los dias (de estas fiestas y todos los fines de semana), el parque adyacente parece un estercolero: con bolsas de plástico, comida, botellas rotas, etc etc por doquier. Es más, incluso se arrancan árboles jóvenes para hacer hogueras o se lanzan vidrios a las zonas acotadas para los perros. También por las mañanas, te encuentras gente que sigue bebiendo en el parque o como me ha pasado esta mañana, encontrarme a energúmenos destrozando mobiliario urbano y haciendo pintadas y tras llamarle la atención(ingenuo de mí) , mostrarse amenazadores conmigo. ¿Y la policia? Si está, se hace el sueco.
ResponderEliminarNada ha cambiado en Alcorcón, vandalismo y suciedad en cantidades siderales, pésimo Cascallana y pésimo Pérez, y los problemas que de verdad afectan a los ciudadanos, a su calidad de vida y a la convivencia se agravan y no se solucionan nunca. Impunidad total.