Jueves 28 de febrero. Parece que la frontera con el primaveral marzo quiere dibujarse ante nuestros ojos. Marzo se abre con un día suave y soleado. Pero febrero se despidió con unas horas de nieve.
En el Parque de la Ribota los copos vuelven a caer hacia las diez de la mañana. Lo poco que había cuajado se disuelve rápidamente. Es nieve casi horizontal, impelida por el viento. Directa a la boca, recuerda a la cellisca del norte, la que los lectores de Jack London conocen.
Grajos, gorriones y los ánades de las turbias aguas del parque contemplan el espectáculo sin el más mínimo asomo de preocupación por guarecerse.
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