domingo, 9 de septiembre de 2012

Después de la fiesta

Amanece el domingo. Fiestas de la Virgen de los Remedios. Entre nubes aborregadas, la suave mañana invita al paseante a descubrir la ciudad tras la noche... agitada.

El recinto ferial está tomado por camiones de limpieza y sus trabajadores. En las inmediaciones, una alfombra de basura en cada zona.

En el paisaje desierto irrumpen un chico y una chica. "Que yo doy conferencias, eh", dice ella. "Como me ves moco, te vas a creer que...". Joven conferenciante borracha.

Un hombre revuelve entre la basura. Avanza el paseante y ya no es uno. En el Parque de la República, son varios (alguno con mochila, otros con bolsas) los que hurgan entre las botellas y barras de pan (enteras) allí abandonadas.


La celebración arrastra sus "daños colaterales": la suciedad como hábito nacional, el ruido como si no existieran los demás y la "diversión" con seres inocentes como este, que el paseante encuentra en su camino. C/ Pablo Neruda, al lado del monumento a Clara Campoamor.
No hace falta ser un Holmes para imaginarse la historia de este joven árbol. El vaso roto abandonado, la tapa destrozada sugieren quién y en qué estado ha podido jugar a destruirlo.

A muy pocos metros, el monumento a Clara Campoamor recuerda las palabras, con grafiti añadido, de la impulsora del voto femenino en España: "La única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad es caminar dentro de ella". Quizá la joven borracha las cite en su próxima conferencia.


Una conocida aristócrata repite que se acabó la fiesta. No es cierto. La fiesta sigue. Pero para unos pocos. Los de siempre siguen en sus lujos. Mientras los trabajadores de limpieza se afanan ante una tarea ingente, un grupo de jóvenes (con un caro y potentísimo equipo de música que resuena en media ciudad) bebe y charla entre los pinos de la calle de los Institutos a las ocho de la mañana. Unos trabajan entre la mierda de los señoritos (los que saben que los criados ya arreglarán lo que ellos estropeen) y otros... apuran la fiesta.


domingo, 19 de agosto de 2012

Banco en la maleza

Domingo de agosto. En medio de días de temperaturas sofocantes, esta mañana se despierta con un estímulo para salir. Las nubes hacen más suave el camino.

El paseante propone al conocedor de Alcorcón un pequeño acertijo. En su paseo de hoy, se topa con este abandonado banco, poco accesible. ¿Dónde se encuentra?
No está fácil la cosa. Bancos inaccesibles ahora hay muchos. Pero este banco es una de las sorpresas de la caminata de hoy. El paseante rodea Opción, que fue durante años centro de ocio.
Ahora, cercado por vallas oxidadas, el centro es fantasmagórico. Toda su oferta de restauración, cines, bolera, gimnasio, pubs y discotecas ha desaparecido.

Bordeando el desierto Opción, el paseante se encuentra con una hondonada, frondosa en la actualidad, que conecta este Parque Oeste con el barrio de Fuente Cisneros, sorteando por debajo la autopista M-50.

Y en uno de los senderos de esa hondonada, justo enfrente de otro almacén comercial, se encuentra... nuestro banco en la maleza.

Olvidado de todos, testigo de la ruina de grandes empeños huecos, este humilde asiento estaba quizá pidiendo un espectador que lo rescatase. Ahora ya lo tiene.

domingo, 22 de julio de 2012

Pasadizos pintados

Verano caluroso. 8 de la mañana. Domingo. Pocos momentos de la semana más placenteros para ver y escuchar Alcorcón. Múltiples aves regalan su canto al espacio sonoro del despertar del día.

Entre la calle Valladolid y Los Cantos hay un pasadizo. Al traspasarlo, el paseante se encuentra con esta sorpresa de arte urbano.
Capacidad creativa canalizada para decorar una fachada. Arte y comercio (y bebercio, mejor dicho) integrados. Una solución inteligente que invita a entrar en el local con una semicorchea por manecilla. No tiene ni una mancha encima, ni una firma. Al lado, en esta misma plaza, muchas otras pintadas.
Rivalizan los carteles. El oficial: "Prohibido jugar a la pelota"; el grafitero antiortográfico: "tokame la pelota". Se distingue claramente cómo esa pared ya ha sido repintada. De modo efímero. Pero con cargo al dinero público. Al grafitero le han puesto un nuevo lienzo y se ha apresurado a dejar su ególatra huella.

El paseante prolonga su paseo hasta los rincones de Parque de Lisboa. Cualquiera que conozca el barrio sabe lo especiales que son sus pequeños pasadizos. Este de la Plaza Pontevedra tiene su especial encanto.
Del laberinto de estos bloques del Parque Lisboa se sale por pequeños pasos como este. Sucios, grafiteados, pero llenos de una extraña sensación de libertad.

jueves, 28 de junio de 2012

Carteles urbanos

En medio de esa ola de calor que dura tres meses llamada verano, sorprende al paseante un elemento reciente en el panorama alcorconero. Las inmediaciones del recinto ferial están repletas de carteles sobre algo que se celebra allí.
Si el cartel hubiera mostrado solo un fragmento como este (una joven refrescándose con una bebida), seguramente no sería tan llamativo.
Pero el cartel muestra más que eso. Vemos una enorme e inclinada jarra con cerveza (más que para la sed, propia de algo más cercano a los pecados capitales).
Y, casualmente, al paseante le regalan en el metro un folleto (flyer lo llaman) con la imagen completa. A la enorme cerveza se suma una selección del cuerpo de la mujer tratada para destacar una de sus partes.
Lo curioso es que Alcorcón reúne en pocos días una "Feria de la familia" (la familia de orden, con participación de organizaciones como Hazte Oír) y esta feria de la cerveza en cuyos carteles la mujer parece reducida al papel de objeto y reclamo sexual. Ambas en espacios públicos cedidos por un ayuntamiento que presume de fomentar los valores de la familia. En la confluencia de Av. Oeste con Av. Retamas se observa esta coexistencia de carteles.
 
Si a alguien le chirría esta coincidencia, quizá no se extrañe tanto si revisa esta oferta de empleo que cataloga a las azafatas que se buscaban para la Feria de la Familia: "para estar de imagen", "imprescindible" talla 36-38 y que "tengan un tipazo".
Mientras el paseante observa estos carteles, una señora mayor zanja una conversación con un "Pero bueno, España está en la final ¿no?". Y todo lo demás... qué importa.


jueves, 17 de mayo de 2012

Primavera recopilada

Sigue el paseante recorriendo rincones de Alcorcón. Hoy, frente al hospital, entre los balastos de las vías férreas, las amapolas brotan sin que nadie las haya reclamado.

Lo que en otros tiempos parecía una escombrera es ahora un discreto paseo que el tren se encarga de sobresaltar.
Mayo se pinta de rojo con amapolas silvestres que tiñen el paisaje. Abril vino cargado de flores amarillas, como decía JRJ. Por ejemplo, en Campodón (al que ya dedicamos una entrada en diciembre, "Bosque tras la niebla", interesante para comparar con esta imagen de finales de abril):
Amarillo llegó abril y también, afortunadamente, muy lluvioso. Muchos días, los aficionados a mirar al cielo pudimos jugar a adivinar las formas que las nubes proponían a nuestra imaginación. No sé si aquí verán a la bruja con moño volador que veo yo (sobre el barrio Parque del Oeste, al lado de la universidad).
Ha habido días abrileños (como el de esta vista desde el Parque Mayarí) en que al ver esos cúmulos uno pensaba disparates como que Alcorcón estaba bajo dominio alienígena o que había sido entregada a un magnate extranjero.


Sucesos extraños, como que un 21 de marzo entraba la primavera y lo hacía con pie de hielo, pintando de nieve los tejados de Alcorcón (además de las publicadas en Noticias de Alcorcón, si algún lector tiene una bonita foto de ese suceso, será un placer publicarla aquí).

domingo, 11 de marzo de 2012

Diversión basura

Domingo por la mañana. Soleado día de marzo. A la vista de qué costra de basura le han dejado, parece que el Parque Polvoranca se levanta con resaca. Dos ánades miran la escena. Y los niños, familias, ciclistas y abnegados corredores que han ido a disfrutar del aire libre.
El suelo hoy está alfombrado por los restos de esos "ciudadanos" que han mamado esa cultura de bar tan española. Cultura en la que la gente grita y arroja lo que consume al suelo. Y olé.
Algunos bienintencionados han pensado en traer su propia bolsa de basura. Pero parece que el alcohol y demás les han hecho olvidar que no eran para plantarlas allí. El derecho a divertirse, claro, es sagrado en esta sociedad. Está por encima del respeto a la naturaleza, del respeto a los demás.

–Para eso están los barrenderos.

Y el paseante se pregunta:
–¿Y tus padres, para qué estaban?


domingo, 4 de marzo de 2012

Flores y maquinitas

Domingo nublado. En una esquina del Parque Polvoranca, un almendro se adelanta al resto del parque. Ya florecido, es un fogonazo de luz para el visitante. Un niño de cuatro años pregunta con entusiasmo al paseante, que acaba de recoger una flor del suelo:

–¿Qué es eso?
El paseante le enseña el pequeño tesoro de pétalos blancos y le indica que es una flor de ese árbol. Y le anima a que coja otra del suelo, convertido en alfombra con pinceladas blancas. (Aquí, poema andalusí e historia mitológica sobre este árbol).

Otro niño de más edad camina embebido mirando a su maquinita. "¡Qué haces mirando a eso, mira a los árboles!" le dice el paseante, que se mete donde no le llaman. El paseante imagina unos padres que llevan al chico a un espacio natural, pero bien pertrechado de máquinas para que esté "entretenido" y no "dé la lata". Padres que no enseñan a sus hijos a mirar la generosidad de la naturaleza. A respetarla, a quererla, a disfrutarla. ¿Hay máquina que iguale la belleza de una sola flor de este almendro abierta en un día gris del invierno?

sábado, 18 de febrero de 2012

Carnaval 2012

Hoy el paisaje disfrutado por el paseante es un paisaje humano. Lleno de colorido a pesar del invierno. Encendido por horas de ilusión dedicadas a preparativos que no se ven. La cita, compartir la calle hoy soñando con abandonar la rutina. Por ejemplo, con globos como estos. A punto de salir volando ante nuestra mirada.
La fiesta del pueblo, que muchos poderosos querrían prohibir (y prohibieron), abre sitio al ingenio y a la sátira de la actualidad.
Cientos de niños y jóvenes (y jóvenes de espíritu) desafían al frío. Ya llegará la Cuaresma, con su cortejo de severas procesiones. Pero hoy triunfa la vida, el color, el arte de esa máscara que firma, a la izquierda de la foto, la belleza por la que la vida ha valido la pena aunque solo sea por esta victoria de la alegría sobre los dogmas y la gris rutina.

jueves, 5 de enero de 2012

Pintada sobre pintada

Y sobre pintada, una. El paseante se entera de que el gobierno municipal hace alarde de gastar 10.000 euros al mes para limpiar pintadas en Alcorcón. Y que dice haber eliminado unas 35.000 pintadas en 72.490 metros de fachadas. ¡35.000! ¡En 72 kilómetros! El paseante, que patea la ciudad y la ve llena de pintadas, decide incluir esa noticia en la serie Misterios de Alcorcón.

El paseante se sorprende ante esas cifras. Vuelve sobre sus pasos y comprueba. En la C/ Martin Luther King 54 se hallaba esta pintada el 30 de octubre de 2011:

Y hoy, 5 de enero de 2012, la calle Martin Luther King sigue teniendo numerosas pintadas además de esta, que sigue intacta (intacta, no, con alguna firma añadida):

El 29 de noviembre de 2011, el paseante visitaba el mercadillo de los martes y dejaba testimonio de la vida en ebullición de ese espacio (en la zona inferior izquierda, parte de una extensa pintada):
Hoy 5 de enero de 2012, el paseante ha tenido la curiosidad de saber si ese supuesto cambio "espectacular" afectaba a este paisaje. Pues parece que no:

Los columpios del Parque de las Comunidades, que el 12 de noviembre tenían varias pintadas (como se puede ver en otra entrada de este blog) siguen llenos de grafitis hoy 5 de enero. Es cierto que algunos ya no están (con lo bien que quedaba ese "¡Qué desfase!", a tono con los columpios), pero encima hay muchos nuevos. Pintada sobre pintada. Hoy la fuente está así:
El paseante que desde este Parque de las Comunidades, uno de los tesoros de nuestra ciudad, suba por la C/ Los Pinos hacia el centro tendrá necesariamente que indignarse (antes se decía cabrearse) si le cuentan que Alcorcón ha dado un cambio "espectacular" en seis meses y que se gastan 10.000 euros de dinero público en limpiar pintadas. La calle (igual que muchas otras) está plagada de firmas grafiteras.

¿Y si esos 10.000 sirvieran para dar trabajo a varias personas? ¿Y si se emplearan en incentivar y canalizar la creatividad de los jóvenes en vez de supuestamente borrar pintadas que vuelven a aparecer? ¿Si la ciudad está en la ruina, como nos repiten una y otra vez, por qué derrochar 10.000 euros al mes que tienen el resultado que aquí se ve?

miércoles, 4 de enero de 2012

Venta de la Rubia

El paseante urbano que se aventure hasta la llamada Venta de la Rubia creerá haber viajado hasta otro mundo. Una raída carretera conecta la autovía de Extremadura con la finca. El gris camino tiene recompensa: a la izquierda, la dehesa.
La famosa cuadra Rosales ocupó estas instalaciones hace años. Ahora, varias escuelas de equitación se han asentado aquí. Muchas niñas montando. Al paseante (que no entiende de esto y que intuye el enorme esfuerzo de años que supondrá sacar adelante estas cuadras) los caballos le parecen tristes; las niñas, hinchadas (de un peculiar aire de poder). 

Al parecer, el cercano edificio derruido es la famosa Venta. Al paseante le atrae por su apartado silencio. Un griterío de urracas rasga este soleado día de enero.

Para una ciudad que parece olvidar su pasado, la Venta es un punto cargado de historia. El duque de Montpensier y Enrique de Borbón se retaron a duelo en 1870.  Parece que el duelo se produjo en las llamadas Ventas de Alcorcón, que un agudo internauta ha investigado y situado con precisión cerca de la subestación eléctrica aquí mostrada.

Mª Ángeles Cuéllar recuerda el fragmento de España Trágica (uno de los cuarenta y seis Episodios Nacionales de Pérez Galdós) donde se cuenta el duelo y el posterior alto en el camino del vencedor en la Venta la Rubia: Galdós y Alcorcón. En el blog Historias de España se cuenta el asunto con detalle y desparpajo.
Es fácil imaginarse un duelo en estos pagos solitarios. Pero es más fácil, por desgracia, percibir la boina de contaminación que gravita sobre Madrid. En la foto, se ve cómo llega hasta la cumbre de las llamadas cuatro torres que devoraron una ciudad deportiva.